top of page

Entrenador

Invadida por la preocupación de ser asaltada por un ladronzuelo de alto vuelo, yo, Amelia Tapia, me encontraba sin haberlo premeditado en una de las zonas más peligrosa de Lima. Sin embargo, trataba de no aturdirme y seguir mi camino. Mi pupila atenta y prendida como linterna de minero, se enfocaba en encontrar la academia de artes marciales. Caminaba a paso lento como si fuera un asaltante de seres distraídos. Pero no. En realidad, estaba muy asustada. De pronto, de un maloliente callejón, cinco muchachos salieron como alma en pena. Pero, de inmediato me puse la capucha y caminé achoradamente para fingir ser uno de ellos.

—Tranquila, solo falta una cuadra más —pensé, mientras oía cómo el corazón me bombardeaba.

Sí, no te preocupes. Mira, te bajas en la avenida Tacna con Callao y caminas tres cuadras. Preguntas por mí, el entrenador de Taekwondo.

Genial.

Estando en la puerta destartalada de la supuesta academia de artes marciales, pensé: Ay, si hubiera conseguido otro entrenador para la entrevista. Subí, como si estuviera en terreno de guerra, por una estrecha y oscura escalera de madera hasta llegar a la sala de espera, donde se encontraba un anciano completamente descuidado.

—Buenos días, por favor ¿le podría decir al entrenador de taekwondo que ya llegó señorita Amelia Tapia? Vine para  entrevistarlo.

—Sí, sí…ehmmmm, aún no llega niña, dijo que hoy llegaría a la 3 pm. ¿Lo espera?

Qué tal lo saluda, Amelia Tapia,  estudiante de ciencias de la comunicación y lo llamo para saber si me podría conceder una entrevista porque debo hacer un reportaje.

Oh claro, ¿Pero cómo me encontraste? —Por la guía telefónica, señor.

Bueno, con gusto te espero mañana a las 11 am —¿Está bien? —Sí.

Fin

Escrito por Lucía Portocarrero

Lima, 2017


1 visualización0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page